ResumenLas redes sociales en línea (OSN), cuya tecnología crece a gran velocidad, han aumentado su popularidad en los últimos años. La razón principal de este fenómeno es la capacidad de las redes sociales de proporcionar una plataforma para que los usuarios se conecten con sus familiares, amigos y colegas. La información que se comparte en las redes sociales y en los medios de comunicación se difunde muy rápidamente, casi de forma instantánea, lo que la hace atractiva para que los atacantes obtengan información. El secreto y la seguridad de las redes sociales deben ser investigados desde varias posiciones. Existen numerosos problemas de seguridad y privacidad relacionados con la información compartida por el usuario, especialmente cuando éste sube contenido personal como fotos, vídeos y audios. El atacante puede utilizar maliciosamente la información compartida con fines ilegítimos. Los riesgos son aún mayores si el objetivo son los niños. Para abordar estas cuestiones, este documento presenta una revisión exhaustiva de las diferentes amenazas a la seguridad y la privacidad y de las soluciones existentes que pueden proporcionar seguridad a los usuarios de las redes sociales. También hemos analizado los ataques a diversas aplicaciones web de OSN citando algunos informes estadísticos. Además de esto, hemos discutido numerosos enfoques defensivos para la seguridad de la OSN. Por último, en este estudio se analizan las cuestiones abiertas, los retos y las directrices de seguridad pertinentes para lograr la confianza en las redes sociales en línea.
En 2012, un ciberataque masivo realizado por un hacker llamado “Peace” explotó las contraseñas de más de 117 millones de usuarios de LinkedIn. Después de que se asentara el polvo del ataque inicial, se pusieran en marcha nuevos protocolos y la brecha quedara prácticamente olvidada a ojos del público, el mismo hacker volvió a asomar la cabeza. Casi cinco años después, “Peace” comenzó a publicar la información de las contraseñas robadas de los mismos usuarios de LinkedIn del anterior ataque.
El amplio rango de edad y el nivel de experiencia tecnológica de los usuarios de las redes sociales hace que la gestión de la seguridad sea aún más compleja. Una plataforma social no sólo tiene que combatir a los hackers, sino también proteger a los usuarios cuyas prácticas de seguridad personal podrían ser elementales. Sólo el 18% de los estadounidenses afirma cambiar su contraseña de las redes sociales con regularidad.
Cada una de las principales plataformas sociales tiene su propio blog de seguridad que mantiene a los usuarios y a los blogueros de infoseguridad del sector al tanto de los nuevos avances en materia de seguridad, las tácticas para combatir el fraude y alguna que otra declaración pública sobre los hackeos.
Está claro que la lucha por proteger la seguridad y la privacidad de las redes sociales está lejos de haber terminado, pero a medida que los equipos de seguridad de datos de las empresas siguen creciendo, aprendiendo y compartiendo conocimientos, hay esperanza de que sigan estando a la vanguardia.
Las redes sociales se han convertido en nuestros álbumes de fotos, nuestros tablones de anuncios, incluso en nuestra voz. Publicamos lo que nos pasa durante el día, opinamos sobre las noticias, participamos en debates… Y todo ello, muy a menudo, de forma pública.
Está claro, por tanto, que hoy las redes sociales se han convertido en parte de nosotros, como nuestros smartphones. Si nos separamos de ellas, podemos llegar a sufrir ansiedad, estrés e inestabilidad emocional, algo totalmente impensable hace 50 años. Compartimos toda nuestra información personal y nos olvidamos de que esto significa que nuestra privacidad y seguridad pasan a un segundo plano.
Las redes sociales se han convertido en nuestros álbumes de fotos, en nuestros tablones de anuncios, incluso en nuestra voz. Publicamos lo que nos pasa durante el día, opinamos sobre las noticias, participamos en debates… Y todo ello, muy a menudo, de forma pública.
Está claro, por tanto, que hoy las redes sociales se han convertido en parte de nosotros, como nuestros smartphones. Si nos separamos de ellas, podemos llegar a sufrir ansiedad, estrés e inestabilidad emocional, algo totalmente impensable hace 50 años. Compartimos toda nuestra información personal y nos olvidamos de que esto significa que nuestra privacidad y seguridad pasan a un segundo plano.